Mi Ofrenda

Este año no me dio ni la gana ni el alma para ir a comprarles papel picado, flores y calaveras de azúcar. Quizá me va mejor si no soplo el polvo de otro año a sus fotos. A veces me va mejor si no los pienso tan lejos.

Solo quienes sabemos de ausencias, comprendemos lo lastimosa que puede ser la distancia, esa que se torna utópica. Aquella que únicamente sabe decirnos cuando comienza, pero jamás nos da pistas que nos lleven allá donde pudiéramos disolverla.

En donde CHINGADOS queda el rumbo que me lleve a sus risas. En donde los pausan los guardan de mis días, de estos años que se me han vuelto vidas enteras. Aquí, repasando mis recuerdos. Aquí, viviéndolos solo desde mis sueños.

Nadie nos dijo, que en realidad la ofrenda del Día de Muertos es más para nosotros que para los que partieron. El camino de cempasúchil para guiar nuestra alma perdida ya sin ellos, la cruz de ceniza para expiar nuestra culpa pendiente por toda la de cosas que no les dijimos, el agua para saciar nuestra sed de sus abrazos, la sal para que nuestra alma no se corrompa y soporte un año más sin ellos, velas para mantener viva la esperanza, copal por si nos rondan malos pensamientos, fruta y pan para viajar a ellos por la memoria gustativa, tequila para permanecer alegres a sus ausencias, fotografías para que no desaparezcan nuestras ganas de encontrarlos.

Pero hoy, aquí en casa no me puse altar. Y es que como como dice Humbe… “En esta casa no existen fantasmas son puros recuerdos, de tiempos ajenos, de buenos momentos”.

Desde el alma, para ellos y para quienes como yo, los seguimos esperando. cada día, siempre. Susy.